Otros problemas muy comunes,
ante los que se enfrentan los ortopedistas, son las luxaciones y los esguinces.
Primero para entenderlos, debemos entender a que se refiere cada uno de estos
términos.
Un esguince es una lesión
de los ligamentos alrededor de las articulaciones, los cuales tiene la
función de mantener los huesos juntos y en realidad son sumamente
fuertes y con un rango de estiramiento y flexibilidad muy amplio. Sin embargo,
cuando estos llegan a un punto de hiperextensión, al forzar a la
articulación a moverse a una posición que no es natural, los ligamentos pueden
inflamarse, desgarrarse o romperse. Puede ser un esguince agudo, que se da repentinamente, debido a un trauma en la
articulación, o puede ser un esguince crónico, producido por movimientos repetidos durante periodos prolongados
de tiempo que desgastan los ligamentos hasta que ceden. Las
articulaciones más afectadas son el tobillo, la rodilla y la muñeca,
principalmente por actividades deportivas como el atletismo, el tenis, el
básquetbol, levantamiento de pesas, entre otros.
Para clasificarlos de
acuerdo a su carácter clínico se utilizan tres categorías:
· 1º grado: desgarro mínimo con articulación estable.
· 2º grado: ruptura parcial de los ligamentos con pérdida funcional de la
articulación.
· 3º grado: ruptura total de los ligamentos, que generan una articulación inestable.
Los síntomas pueden ser:
dolor articular y muscular, edema, rigidez y hematomas.
Por otra parte, las
luxaciones son la pérdida de la relación normal de los huesos en
una articulación, es decir, que al ser la zona de unión de huesos, estos ya no
mantienen esa posición anatómica funcional correcta. Estas pueden ser parciales (subluxaciones) o totales, conocidas como las famosas
luxaciones. Principalmente se generan en el hombre, codo, tobillo y las falanges
de manos/ pies. Son provocadas principalmente por actividades deportivas que
requieran mucha movilidad o fuerza, así como movimientos
inadecuados del cuerpo por una caída, problemas congénitos (como la luxación congénita
de cadera). La articulación ayuda a que un hueso se desplace sobre el otro para
favorecer el movimiento, sin embargo, cuando se vence la resistencia de ésta, se desacoplen
y se genera una luxación. Éstas se pueden favorecer por falta de contención de los huesos, hiperlaxitud de los ligamentos, descontrol o bajo desarrollo de músculos, traumatismos, etc.
Sus signos y síntomas son:
dolor intenso al moverse, impotencia funcional, deformidad y edema.
Es necesario que se tenga atención médica
y un tratamiento lo más pronto posible para reducir la luxación debido a complicaciones, como: rigidez, hematomas, calcificaciones, daño a nervios y lesiones vasculares. Se debe inducir anestesia
general o local y después realizar maniobras de reducción correctas y suaves y para reacomodar la articulación. Después se debe inmovilizar
adecuadamente, limitando más no impidiendo el movimiento y por último ir a
rehabilitación de acuerdo a la extensión de la lesión.
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